La tortura de los transportes públicos

 OPINIÓN.

Taxis, autobuses, metro, bicicletas... una infinidad de opciones de transporte que cada vez están menos accesibles y más maltratadas por las autoridades públicas. Los ayuntamientos no han terminado de entender la extrema necesidad de que los medios públicos estén a disposición de la ciudadanía que no tiene otra forma de llegar a su trabajo. Hablan mucho de 'las ciudades de los 15 minutos' pero ni siquiera son capaces de desplegar un servicio que no tarde más de media hora entre unidades buses. 

La cobertura de conductores y autobuses para cada línea es ínfima si la comparamos con otras más famosas. En Málaga la línea 37, que tiene que hacer un recorrido relativamente complejo por subidas al monte, no está dotado de más de uno o dos buses en circulación. Esto supone un sufrimiento constante para los usuarios recurrentes con esta línea, pues han de esperar más de 40 minutos en una misma parada en muchas ocasiones. Independientemente de la parada en la que estén.

Otra cuestión, y haciendo de abogado del diablo, es el comportamiento de determinados viandantes que se introducen en el bus con la cabeza ya agachada como si reverencias constantes estuvieran haciendo. El móvil es un objeto que especialmente a los viajeros los sume en un estado absorto de atontamiento perpetuo. En ocasiones, entrar en un autobús de la EMT supone introducirse en un silencioso ambiente en el que los ojos han olvidado observar el paisaje urbano e incluso lo importante que es ceder el asiento a aquellos que lo necesitan. Algunos tienen la desfachatez de sentarse en las plazas rojas reservadas y postrarse como si no fueran a salir de ahí en unos cuantos lustros.


 

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