"No hay un día de la heterosexualidad"

 OPINIÓN.

“¿Para qué un día del orgullo? No hay un día de la heterosexualidad”. Estas declaraciones son completamente coherentes con el pensamiento heredero del franquismo al cual la libertad (la ajena) nunca le pareció un derecho comprensible.

Están muy crecidos aquellos que vociferan estos discursos que podríamos calificar como radicales, porque resultan ser los mismos que eliminarían la posibilidad de aborto, los abogados gratuitos y accesibles o permitirían el uso de armas sin ton ni son por la ciudad. Porque claro, para ellos deshacerse clínicamente de un feto no está bien, pero matar a alguien a tiros debe ser deporte nacional. 

La tarea de la sociedad es no legitimar un pensamiento envenenado que cada vez circula más por los medios y canales de comunicación. El asunto está a la espera de la cita de las elecciones, y esto ha de contestarse en un debate. Y lo más importante será la respuesta que deben de dar los ciudadanos en las urnas ante esta mercancía averiada que llega, sobre todo con ese no proyecto político envuelto en ideas y en frases de muy fácil digestión popular que cuela comportamientos anti-democráticos que aún, y esperemos que no suceda, no ha conseguido participar electoralmente. 

Todo el trufado de mentiras es fácil de desmontar. Pero más fácil es caer en sus garras. Los que lo hagan, sabrán lo que hacen, esto juega con fuego en materia electoral pero juega con toda la sociedad. Puede poner en peligro muchas cosas. No solo a los partidos les compete luchar contra eso. Si la ciudadanía con mentalidad y conciencia para mejorar la vida de todos, que de eso trata la política, no se lanza a las urnas; es que tendremos un problema mayor a la vorágine de las elecciones; es que habremos perdido la memoria.

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