Las obras de Carretería sumergen al tráfico en un atontamiento perpetuo similar al del alcalde.

OPINIÓN.

La calle Carretería se ha convertido en el patio de juegos del alcalde. Unas obras incesantes que no dejan descansar al poco vecindario que queda es lo único que deja entreverse en toda esa vorágine de situaciones cuanto menos escandalosas. Adoquines levantados para "arreglar" una vía histórica y dejarla desierta de árboles que han sido sustituidos por pequeños bonsáis que no crecerán hasta dentro de un largo tiempo. Una calle condenada al fracaso por la creciente presencia de pisos turísticos que abarrotan el centro de la ciudad haciendo desaparecer a la población autóctona. Ya no hay sitio para los malagueños en Carretería, tampoco en el centro. Pronto no habrá sitio para los malagueños en Málaga.

Los caprichos del alcalde han hecho que los obreros tuvieran que "terminar" con la mayor urgencia las obras en toda la calle. Y lo entrecomillo porque no han acabado. Hacer una obra a las bravas para que pudieran pasar los tronos de Semana Santa y posteriormente tener que rehacer la calle es, sencillamente, una chapuza y una broma de mal gusto para los que tenemos que pasar por ahí cada día.

También nos encontramos después con la mala praxis del jefe de obra de turno que convierte los accesos a la calle en un auténtico laberinto buscando salidas entre vallas y escombros. Sospecho que la Ley de Prevención de Riesgos Laborales no está muy bien aplicada en esta zona. Responsables serán de lo que ocurra todos los que permiten esta sinvergonzonería política. Algún día se derrumbará su credibilidad como un castillo de naipes, aunque algunos ya no nos creemos ni media.





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